El pasado 20 de Octubrese cumplieron exactamente seis meses de lo que se convertiría en el mayor desastre petrolero en la historia de Estados Unidos. El 20 de abril, la exploción de la plataforma petrolera Deep Water Horizon propiedad de British Petroleum originó una fuga submarina del hidrocarburo que logró ser controlada tres meses después, dejando a su paso graves daños en el lecho marino, en la biodiversidad y en las zonas costeras de Louisiana, Alabama, Mississipi y Florida. Además de incalculables daños para el sector pesquero. Serias afectaciones dejó el derrame en el Golfo de México a la biodiversidad de la región.
Seis meses después de la tragedia, los impactos se desconocen porque el gobierno de Estados Unidos no ha evaluado los daños reales por presiones de las petroleras mundiales y la urgencia de la Casa Blanca de encubrir y minimizar los impactos provocados por el derrame de BP. Ante estas mentiras e ineficiencias de la autoridad, diversas investigaciones independientes han tenido que surgir, entre ellas la de Greenpeace. No pueden desvanecerse con discursos los 780 millones de litros derramados y sus impactos al ecosistema del Golfo de México.
Greenpeace demanda la cancelación inmediata de nuevas perforaciones en el mar y la exploración de petróleo en fuentes no convencionales y de alto riesgo; acabar con los subsidios a los combustibles fósiles y apoyar las fuentes de energía limpias; políticas públicas fuertes para limitar el calentamiento global y estimular la revolución energética.
Esperemos que haya respuesta positiva a esto.
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